Por Manuela Pertier Román

1. Seguridad Humana
Desde 1994, el PNUD comienza a hablar de seguridad humana (1), concepto que se relaciona con el acceso de las personas a derechos humanos colectivos, versus la concepción clásica de seguridad, relacionada con la defensa de los Estados de conflictos internos y externos, el mejor ejemplo tiene que ver con el desarrollo armamentista durante la guerra fría, concebido desde los aparatos estatales como la seguridad del Estado en tanto instituciones, más no de las personas que lo componen.
Para las Naciones Unidas “en definitiva, la seguridad humana se expresa en un niño que no muere, una enfermedad que no se difunde, un empleo que no se elimina, una tensión étnica que no explota en violencia, un disidente que no es silenciado. La seguridad humana no es una preocupación por las armas: es una preocupación por la vida y la dignidad humanas”.
Para esto, se habla de siete subcategorías de seguridad humana:
Seguridad económica: Relacionada con la seguridad de contar con un ingreso monetario, ya sea producto de un trabajo remunerado o de un sistema de seguridad social. Las mujeres son quienes sufren mayor inseguridad económica, hasta 1994 (2), dada la discriminación laboral.
Seguridad alimentaria: Relacionada con el acceso a los alimentos básicos en todo momento. La principal amenaza para esta, es la mala distribución de alimentos, más que su producción.
Seguridad de la salud: Relacionada con el acceso oportuno a servicios y tratamientos de salud y un medio ambiente libre de una contaminación que afecte negativamente la salud de quienes lo habitan.
Seguridad ambiental: Relacionada, con todas aquellas condiciones ambientales que dependen del buen o mal cuidado que el ser humano haga de este: acceso a agua potable, territorios preparados para las lluvias (por ejemplo, a través de la no deforestación), etc.
Seguridad personal: Relacionada con la protección ante la violencia física que puede provenir de otros Estados, del Estado propio, de otros grupos étnicos, delincuencia etc. Aquí entra la violencia de género y maltrato infantil.
Seguridad de la comunidad: Relacionada con el respeto hacia la identidad de una comunidad, el mejor ejemplo de esto tiene que ver con el respeto a los pueblos indígenas.
Seguridad política: Relacionada con el derecho a vivir en una sociedad que respete los derechos humanos fundamentales, alejándose de conductas nocivas para ello, como la represión política. Uno de los mejores índices de medición para esto, es el desequilibrio entre inversión social y militar.

Por lo tanto, este concepto lo que hace es ampliar esta idea clásica de seguridad nacional que se reduce, de forma simplista, a tener más policía en las calles resguardando la institucionalidad del Estado-Nación, cambiándola por políticas que cuyo foco fuera el respeto de los derechos humanos, apuntando a que el desarrollo íntegro de distintos grupos de la sociedad disminuye la posibilidad de estallidos sociales violentos.
Por otro lado, es importante destacar que la idea de seguridad no es pensada como la erradicación por completo de cualquier factor que pueda alterar la estabilidad nacional y humana, sino en cómo las políticas públicas se enfocan en prevenir este tipo de actos, en primer lugar, y en caso de fallar la prevención, en las políticas reparatorias que se puedan implementar fomentando que la población se sienta libre para desenvolverse en sus espacios.
2. Seguridad humana en clave de género
En el caso de las mujeres y disidencias sexuales y de género, la idea de seguridad está ampliamente relacionado con el eje de seguridad personal y el acceso al derecho a la ciudad, ampliamente vulnerado por las subjetividades típicas del ser mujer -a lo que añadiría la inseguridad de los cuerpos transgénero, lesbianas u homosexuales-, relacionadas con crímenes que podemos identificar en razón de odio: violencia sexual hacia cuerpos sexuados femeninos, así como violencia lesbohomotransfóbica en determinadas zonas de la ciudad, que aumenta considerablemente durante las noches.
2.1 Seguridad humana y mujeres.
Desde esto último, es importante señalar que la relación de las mujeres con el espacio público no es la misma que la de los hombres, más bien tiende a ser una relación tímida, en tanto las mujeres hemos estado históricamente relegadas al espacio privado. Por lo mismo, estamos en calidad de afirmar que las mujeres y disidencias de género no salimos hoy a la calle con la sensación de que el espacio público nos pertenezca, tanto como al canon de hombre cisgénero y heterosexual.
Históricamente el rol de la mujer en lo público ha crecido sustancialmente desde la década de 1880, sin embargo en el inconsciente colectivo el espacio público aún le pertenece a los hombres: un ejemplo de ello es el acoso callejero, cuyo principal objetivo no es mucho más que causar en la víctima la sensación de subordinación ante la autoridad de quién parece ser el dueño de la calle.
En el caso de las cis-mujeres, la ciudad se percibe y se vive de una forma distinta al resto de la población dado que el trabajo femenino no es solo fuera del hogar (5), y que uno de los principales trabajos han sido las labores de cuidados. Esto hace que el espacio íntimo -el mismo que para los cis-hombres es el espacio de descanso por excelencia- sea donde ocurren algunos de los mayores actos de violencia hacia las mujeres(6), tales como los femicidios.
Sin embargo, la planificación urbana afecta también la movilidad de las mujeres, y como consecuencia de ello, la forma en que pueden desenvolverse y apropiarse del espacio público en dos formas que podemos considerar principales.
En primer lugar, el transporte es una de las mayores limitantes para la apropiación de los espacios públicos por parte de las mujeres, especialmente para aquellas que están obligadas (cruzándose con el eje “Clase”) a desenvolverse en el trabajo formal, es decir, remunerado.
La calle no es un espacio seguro para las mujeres, y el mejor ejemplo es el caso de Margarita Anacoy, funcionaria subcontratada de aseo en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, brutalmente asesinada en los alrededores de dicha casa de estudios cerca de las 05.15 de la mañana después de un asalto (7).
En segundo lugar, el temor a sufrir violencia sexual hace que haya lugares y horarios poco aptos para el tránsito de mujeres solas, esto relacionado principalmente con factores como la afluencia de gente y la luminosidad de los lugares. El temor radica en el hecho de que alrededor del 85% de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso callejero, y el 23% de los casos responde a casos graves de dicha manifestación de la violencia, hasta el año 2015. El grupo más afectado, sin embargo, son las mujeres jóvenes, donde un 97% ha afirmado sufrir acoso callejero. Las consecuencias de esto han implicado que cerca de un 15% ha sufrido incluso algún tipo de trastorno postraumático que le ha significado, por ejemplo, cambiar la ruta y estar en constante estado de vigilancia mientras se desenvuelven en el espacio público. Todo esto, en cifras del Observatorio Contra el Acoso Callejero (8).
2.2 Seguridad humana y transidentidades.
Por otro lado, la lectura en clave feminista no está completa si no consideramos cómo se desenvuelven en el espacio público disidencias sexuales y de género. Si bien los estudios respecto a eso son incipientes, está profundamente relacionado con la idea del “estrés de minorías”, concepto asociado a los mayores riesgos que trae para la salud mental pertenecer a un grupo que escape de los cánones héterosexuales y binarios patriarcales por el constante riesgo a ser víctimas de discriminación.
Recientemente, la organización de activismo transfeminista OTD Chile (Organizando Trans Diversidades) reveló los resultados de la primera encuesta sobre caracterización de la población trans chilena (9) donde los resultados arrojan una relación más o menos similar de la población trans con el espacio público: el 97% ha sufrido el cuestionamiento de su identidad, el 39% de parte de la madre y el 29% de parte del padre, de lo que se desprende que el espacio familiar, privado, tampoco logra ser un espacio seguro. Por otro lado, el 40% afirma haber sufrido violencia física y sexual en su lugar de estudio y el 95% en centros de salud, asociada a los cuestionamientos respecto a la identidad de género.
Por otro lado, cerca del 40% afirma haber sido víctima de violencia en el espacio público y un 28% intenta no exponerse a situaciones donde podría ser víctima de violencia. En general, la violencia la sufren cuando no se adecuan a los cánones estéticos de la sociedad o cuando deben presentar un documento de identidad que no coincide con su apariencia física, nombre social, etc. Ejemplo de ello, los baños públicos, se revela en la encuesta, son el espacio de violencia discriminatoria por excelencia.
Las noches, además, siguen siendo espacios temporales casi prohibidos para quienes se escapan del canon cis-masculino heteronormado, el caso emblema aquí se relaciona con el ejercicio del comercio sexual de parte de transexuales y las constantes agresiones de las cuales son víctimas, llegando incluso a asesinatos (10) de los cuales se suele culpar a carabineros por la falta de protección hacia las mujeres trans que se dedican a esta actividad. Esto, además, no es legalmente considerado como crimen de odio por la actual legislación chilena.
2.3 Seguridad humana y diversidades sexuales.
Para disidencias sexuales, según el Movimiento por la Liberación Homosexual en su Encuesta Nacional de Diversidad Sexual del año 2013 (11), alrededor del 99% de la población perteneciente a disidencias sexuales considera que Chile es un país donde se discrimina. El caso aquí es distinto, en la medida que la mayoría, cerca de un 52%, considera que la discriminación de parte de su entorno privado es baja y un 59% afirma que en los últimos años ha disminuido la discriminación en Chile. Respecto al espacio público, cerca del 40% afirma haber sufrido discriminación en el espacio público y un 43% de parte de personas desconocidas, y un 43% afirma no denunciar por considerar que no habrá sanciones contra los responsables. Un 14%, además, ha sufrido violencia verbal y física conjuntas. Herencia de miedo que han dejado crímenes de odio como el de Daniel Zamudio y Nicole Saavedra, este último aún sin atisbos de justicia.
2.4 ¿Cómo se relaciona esto con el concepto de seguridad humana?
Dadas las amplias dimensiones que abarca el concepto de seguridad humana, creemos que no es posible pensar la seguridad sino es desde el feminismo y en perspectiva territorial, pues uno de los conflictos que más aqueja a mujeres, transidentidades y disidencias sexuales tienen que ver con la forma en que estos grupos pueden desenvolverse en el espacio público sin que afecte su seguridad personal y comunitaria.
Respecto a la seguridad personal, porque a raíz de lo expuesto se hace evidente que el espacio público vulnera la seguridad de estos tres grupos a través de actos como acoso (12), golpizas, violencia sexual e incluso asesinatos. La sensación de miedo es, generalizadamente, hacia lugares solitarios y durante la noche aumenta.
Daniel Zamudio con un memorial en el sitio donde fue brutalmente golpeado hasta la muerte, o la animita de Nicole Saavedra, que son también una señal de la disputa por el uso de las calles y sus significados y, con ello, la necesidad de marcar que ahí han ocurrido crímenes que han atentado contra la subjetividad de toda una comunidad.
3. Propuestas para enfrentar el problema
Es importante hacer el énfasis que cuando pensamos la seguridad desde el feminismo, más que en relación con la presencia o no de fuerza policial tiene que ver con asegurar las condiciones para el libre desarrollo de los grupos que han sido históricamente oprimidos por el patriarcado con más brutalidad.
Por lo mismo, las propuestas que podemos presentar aquí, de forma un poco escueta (13), tienen que ver con la forma en que se piensa la ciudad (14)y qué permitimos que se desarrolle en ella. El sistema de transportes está pensado en la movilidad desde los centros habitacionales a los laborales, omitiendo prácticamente por completo la continua necesidad de movilización de quienes ejercen las labores de cuidado y de quienes trabajan en horarios de menor flujo de personas.
La seguridad deber ser vista hoy desde una perspectiva feminista pues solo así podemos lograr hablar de seguridad humana, superando el actual modelo, aún centrado en la protección del Estado-Nación.
Esta posición debe apuntar a la construcción de políticas que prevengan diferentes interrupciones del orden a través del fomento del libre desarrollo de los individuos que componen la sociedad asegurando pisos mínimos establecidos en los siete puntos base de la seguridad humana que establece la ONU: sustento económico, acceso a la salud, respeto a las diferentes identidades (de género, en este caso), etc.
Todo esto debe, además, ir de la mano con una modificación en las formas de concebir la ciudad, adaptando esta a todos los grupos que la habitan, pensándola y construyéndola también desde las comunidades y no desde un paradigma desarrollista que genera ciudades cuyo fin no es el desarrollo humano, sino el crecimiento del capital.
___________
(1) PNUD, 1994, disponible en http://www.iidh.ed.cr/multic/UserFiles/Biblioteca/IIDHSeguridad/12_2010/8dac83db-6da7-4d63-9d61-bc641d065d31.pdf
(2) No hay índices económicos sobre la población trans, pero podemos sospechar que dados sus bajos niveles de estudios, la inseguridad económica también es alta.
(3) Linda McDowell: Género, Identidad y Lugar, disponible en http://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/11/Linda-McDowell-G%C3%A9nero-Identidad-y-Lugar.-Un-Estudio-de-Las-Geograf%C3%ADas-Feministas.pdf e Inés Sánchez de Madariaga: Urbanismo con enfoque de género, disponible en http://www.juntadeandalucia.es/iam/catalogo/doc/iam/2004/18542.pdf
(4) Cisgénero: persona cuyo sexo e identidad de género coinciden, en este caso, como hombre.
(5)Es importante aquí desmitificar el hecho de que las mujeres ‘salen a trabajar’ recién en la década de 1980, esta salida solo es históricamente relevante en tanto afecta a las mujeres de clase media, sin embargo, las mujeres de sectores desaventajados se han visto en la obligación de trabajar para subsistir desde el período colonial.
(6) Urbanismo con perspectiva de género; Género, Identidad y Lugar, referenciados arriba.
(7) Más información respecto a esto en https://ciperchile.cl/2018/07/10/mujeres-invisibles-el-submundo-del-aseo-que-revelo-la-muerte-de-margarita-ancacoy/
(8) Encuesta 2015 sobre acoso callejero, disponible en: https://www.ocac.cl/encuesta-2015-esta-chile-dispuesto-a-sancionar-el-acoso-callejero/
(9) Cuyos resultados se pueden encontrar en línea en: http://encuesta-t.cl/resultados/
(10) http://www.theclinic.cl/2017/06/04/la-fatal-esquina-odalis-parrales/
(11) Disponible en http://www.movilh.cl/wp-content/uploads/2013/07/Encuesta-Nacional-Diversidad-Sexual.pdf
(12) Acoso que no necesariamente es de índole sexual.
(13) Probablemente se puede proponer muchísimo más, y con mayor profundidad, pero eso también requiere un nivel de estudio bastante más alto.
(14) https://www.publico.es/sociedad/urbanismo-feminista-humanizar-ciudad-experiencia.html