La excepcionalidad es la normalidad
Texto por: Constanza Vergara Cáceres

“La curación y el cuidado sólo pueden surgir de un proceso de transformación política”. Paul B. Preciado, 2020.
Clásicamente, el estado de excepción es definido como un estado temporal de dictadura. Bajo este dispositivo jurídico se suspenden las libertades de la población que teóricamente son protegidas por el Estado. Siguiendo al pensador alemán Walter Benjamin, Agamben plantea que el estado de excepción es el paradigma de normalidad de los gobiernos a partir de la mitad del siglo XX. Algunos ejemplos de ello son la estrategia militar imperialista de EE.UU en torno al terrorismo partir de septiembre de 2001, la relación del Estado con los paramilitares en Colombia y los sucesos recientes en Brasil pre-Bolsonaro. De manera similar, una querida lesbofeminista francesa, Jules Falquet, utiliza el concepto “Pax neoliberalia” para describir la situación de paz militarizada que ha caracterizado la expansión mundial del modelo neoliberal.
En el contexto de la reciente pandemia, muy tempranamente un observador del primer mundo, el filósofo italiano Giorgio Agamben, habló de cómo el miedo al contagio es una excusa gubernamental para restringir la movilidad urbana, la vida social y las dinámicas interpersonales, teniendo un importante correlato en el uso de espacios públicos y territorios. Por otra parte, una antropóloga médica italiana contrapuso las respuestas solidarias a las ansiedades panópticas de Agamben respecto de las respuestas gubernamentales al virus. Más allá de lo que se pueda afirmar desde el primer mundo, desde el sur global durante estos meses hemos visto el recrudecimiento de la represión y la militarización en Abya Yala.
El virus asalta nuestro territorio durante un ciclo de rearticulación de tejidos y luchas sociales. Algo similar, aunque con cierta suspicacia, advierte Falquet respecto las protestas en Francia y otros rincones del mundo. Para nosotrxs en Chile, marzo iba a ser nuestro mes y muchas paredes así lo anunciaron. La revuelta se desarrolló en un contexto de intensificación de organizaciones y prácticas feministas que sostuvieron la movilización. Existieron innumerables iniciativas de organizaciones barrial, social, comunitaria, acciones directas etc. Atestiguamos el fortalecimiento de redes activistas y desarrollo de múltiples movilizaciones. Una muestra fue la masificación de la performance de Las Tesis y el hito de la Marcha 8M que congregó con más de dos millones de personas en el país. Esta reflexión busca profundizar en estos dos procesos recientes, por una parte la revuelta y su relación con la salud, y la continuidad de la expresión represiva del estado en el contexto actual del dispositivo pandémico.
La salud como eje invisible de la revuelta
Existen diferentes elementos para comprender como la salud fue un eje de resistencia al estado de excepción que vivimos durante las protestas iniciadas en octubre. En primer lugar, solo la reforma al sistema AFP superó a la Salud en importancia como demanda social en la Consulta Ciudadana Municipal realizada el 15 de diciembre en plena revuelta. Esta consulta tuvo la participación de casi dos millones y medio de personas, siendo la salud un 22% del total de preferencias respecto a las prioridades sociales. Su relevancia es previa al estallido, siendo claro que desde la Dictadura hemos sufrido una larga y amplia vulneración de este y otros derechos económicos, sociales y culturales.
La lucha por la salud como derecho social multidimensional, que debería ser garantizado constitucionalmente, ha sido el foco de conformación de experiencias de organización social en los últimos años. Un ejemplo es la experiencia del Movimiento Salud para Todos, creado en 2015, y la conformación de la Mesa Social por la Salud en 2018. Estas organizaciones han relevado una crítica a la salud hegemónica a través del reconocimiento de los determinantes sociales presentes en sus procesos. Por otra parte, durante el Segundo Encuentro Plurinacional de Las/Les que luchan, convocado por la C8M a mediados de enero de 2020, planteamos una crítica contundente al androcentrismo propio de esta salud hegemónica. Desde su establecimiento hace más de 200 años, este modelo de salud ha excluido y desvalorado los saberes ancestrales y de las mujeres. Su instalación sobre nuestros cuerpos y territorios es una nueva faceta del heterowinkapatriarcado.
El sistema de salud en Chile es caracterizado por las dramáticas consecuencias de su gestión y financiamiento, sus déficits en términos de brindar seguridad social, además de problemas y corrupción en las transferencias de recursos (mediante mecanismos concesionales) y desigualdad en las atenciones. La respuesta de las organizaciones sociales ha sido apostar a la construcción de soberanía popular en salud, basada en la democratización y la autodeterminación. En particular, desde una perspectiva feminista, la creación de esta autonomía en salud implica una dimensión colectiva, comunitaria, transpersonal y que considera también el derecho a una muerte digna.
En continuidad con este proceso, la revuelta significó el florecimiento de respuestas comunitarias y colectivas en Salud. En particular, estas se articularon como respuesta a la represión y a las violaciones de los derechos humanos de los aparatos estatales de represión. Adicionalmente, las prácticas de salud durante la revuelta se entendieron explícitamente como acciones de cuidado, contención y sostén de la misma, como, por ejemplo, las acciones organizadas en torno a la prestación de primeros auxilios. Estas iniciativas recibieron ataques directos, persecución y hostigamiento por parte de las fuerzas represivas, teniendo como hito en Santiago la quema del Cine Arte Alameda, que había estado funcionando como punto de salud durante las protestas. En diversas capitales del país, la apropiación de ciertos espacios públicos claves (relacionados a la distribución urbana clásica de Latinoamérica) fue expresión de esta resistencia y de la reconstrucción de vínculos sociales y territoriales.
Finalmente, el diagnóstico internacional sobre las violaciones de derechos humanos en el contexto de las protestas en el Chile reciente permite caracterizar este estado de excepción. Se apuntó a describir el uso excesivo de la fuerza policial y militar, privación arbitraria de la vida y muertes ilícitas relacionadas a agentes estatales, lesiones de todo tipo (especialmente oculares) por el uso de perdigones y otros proyectiles, torturas y malos tratos, violaciones y otras formas de violencia sexual, transgresiones al derecho a la salud, además de innumerables arrestos, detenciones (hasta montajes) y encarcelamientos arbitrarios. Estos hechos revelan el carácter de la crisis sanitaria que generó la violencia del estado de excepción que vivimos durante la revuelta.
La organización social y popular en Salud también jugó un rol fundamental en la entrega de antecedentes para denunciar la crisis sanitaria que generó la represión del Estado de Chile. En particular, el llamado “Estudio Perdigón” mostró la verdadera composición de las municiones utilizadas, consideradas “armamento no letal” y sus efectos de envenenamiento progresivo. Luego apareció el “Estudio Gases” solicitado por el Movimiento Salud en Resistencia. Especialmente, la extensión de las heridas por perdigones generaba un diálogo explícito con estrategias sionistas de represión y las consecuencias de la militarización en el Wallmapu, como fue el caso de Brandon H. Huentecol en 2016. Por último, a mediados de febrero de este año, muchas de las organizaciones de salud que surgieron durante la protesta se congregaron en un primer encuentro para construir líneas comunes de acción. De esta manera, la represión y sus efectos definieron el espacio de resistencia que está siendo intervenido por el nuevo dispositivo pandémico.
La pandemia como dispositivo biomédico
Como vemos, este proceso de lucha y organización quedó temporalmente suspendido por la llegada del virus a Chile. Como expresión de esta continuidad del estado de excepción, una de las primeras medidas del gobierno de Piñera fue decretar nuevamente el estado de emergencia, habilitando el retorno de los militares a la calle. Desde entonces, se han delegado funciones de orden y gestión pública a estos aparatos represores. La violencia sexual hacia mujeres y disidencia durante el estallido, ejercida por los aparatos estatales, se encuentra también en continuidad con el aumento de la misma en el contexto la pandemia, especialmente en contextos de encierro. Las organizaciones feministas y algunas pensadoras como Falquet han considerado que esta continuidad tampoco es excepcional, sino la normalidad. En sus investigaciones sobre Chile, Turquía y Guatemala, entendemos cómo los aparatos represivos del Estado reproducen a gran escala sobre los pueblos la represión que se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres y disidencias.
La cronología del devenir de la pandemia se encontró marcada por una primera fase de lentitud en la expansión de los contagios, posiblemente debido a que nuestros tejidos sociales estaban más estrechos que nunca. El virus llega por medio de personas de la clase alta del país y la inexistencia de medidas claras se aplaca con una respuesta comunitaria de resguardo en casa, ollas comunes y acciones solidarias. No obstante, la presión económica generada por medidas como la “Ley de Protección al Empleo”, la desobediencia sistemática de ciertos sectores privilegiados a las medidas de protección y los pasos en falso dados por el intento de instalar “una nueva normalidad” sin resguardos para los trabajadores y con medidas sociales “parche” agudizaron el proceso de desarrollo de la pandemia. El virus se extendió a los sectores más pobres y precarizados y, como excusa geopolítica, las medidas políticas de la pandemia recrudecen las condiciones de desigualdad, de pobreza y de privación de derechos fundamentales como el acceso al agua o a la salud digna. Entonces, la extrema concentración y desigualdad territorial fueron condiciones facilitadoras de la dinámica de expansión del virus en nuestra ciudad.
La antropología médica cuestiona la hegemonía biomédica en el ámbito de la salud. En Chile, la Red de Antropología de la Salud realizó un diagnóstico sobre la crisis actual que ha develado la pandemia. Desde el paradigma integrativo imperante, identifican brechas relacionadas al foco excesivamente individual en el abordaje público a la pandemia, un sesgo claramente “hospitalocentrista” en el abordaje de su gestión y la exclusión de las comunidades en las propuestas.
Desde otro punto de vista, La obra de Foucault nos muestra las ventajas teóricas y metodológicas de la escurridiza y difícil definición de los dispositivos como categoría de análisis. Buscando la caracterización de las nuevas microfísicas políticas, a partir de Vigilar y Castigar se entiende que los dispositivos, en particular los dispositivos disciplinares, tienen una presencia fractal que se despliega cuidadosa y articuladamente en diferentes tecnologías de poder. A partir de Historia de la Sexualidad se relevan sus efectos, los cuales son líneas de penetración indefinida que crean subjetividades. Se trata de una red de relaciones desplegadas sobre puntos múltiples que operan a través de la categorización y definición, creando verdades. Son complejos debido a su naturaleza contextual y caracterizan la extensión de las relaciones de poder-placer-saber.
Respecto a la pandemia, Paul. B Preciado retoma las ideas Foucault para cuestionar la noción de los cuerpos como organismos sobre los cuales el poder actúa biológicamente. De hecho, nos señala que la acción política fundamental es la creación y puesta en producción de cuerpos y sus modos de reproducción, prefigurando sus modalidades de discursos y cristalizando la ficcionalización de un Yo único y separado. De este modo, la gestión del vivir y el morir sobre la cual emerge este dispositivo pandémico es la expresión de una nueva microfísica del poder. Preciado lo nombra como “régimen fármaco pornográfico”: una nueva forma de disciplinamiento que se caracteriza por el rol de tecnologías biomoleculares, micro prostéticas y digitales de transmisión de información. A su juicio, sobre los cuerpos se despliegan las mismas políticas de frontera y las medidas estrictas de confinamiento/inmovilización que se aplican sobre las poblaciones migrantes y racializadas, tal como le gusta al estado de excepción.
Desde el Sur Global, la feminista comunitaria boliviana María Galindo ofrece una de las pocas referencias a una salud no biomédica en este contexto actual. Mientras espera una epifanía que aclare sus sentires y pensares, fabrica con sus compañeras gel casero para venderlo y rebusca en sus libros de medicina ancestral para producir una fricción respiratoria antiviral.Y nos recuerda: “Dirán una vez más que estoy loca cuando sabemos que en esta sociedad nunca hubo las camas de hospital que necesitamos y que si vamos a sus puertas ahí mismo moriremos rogando”. De este modo, nuestras prácticas de salud son resistencia mientras experimentamos la exclusión (voluntaria y a la vez forzosa) al sistema de salud hegemónico.
Mientras escribo esto (1 de junio de 2020), la inminente catástrofe nacional que sigue llevándose a lxs nuestrxs, hemos visto cómo han regresado los cacerolazos y las acciones directas (como la respuesta popular en la comuna de El Bosque). Las protestas callejeras de EE.UU debido a las expresiones estructuralmente racistas del Estado de excepción nos recuerdan nuestros propios fuegos. Y es así como la normalidad del estado de excepción termina de develarse en su fase pandémica y global.
1 Dedicado a la amorosa memoria de Omar Vásquez Carreño, quién falleció el jueves 21 de mayo de 2020 por complicaciones relacionadas al coronavirus en el Hospital Parroquial de San Bernardo, Chile.
*: Parte de estas reflexiones provienen de la colaboración en el grupo de trabajo liderado por María Sol Anigstein en el proyecto “Repositorio de Memorias” del Núcleo del Núcleo de Investigación en Curso de Vida de la FACSO.
2 Benjamin, W. (2008). Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Introducción y traducción de Bolívar Echeverría. Itaca: Ciudad de México.
3 Agamben, G. (2003). El estado de excepción. Mientras Tanto 86, pp. 57-66. Traducción de María Rosa Borrás.
4 Valim, R. (2018). Estado de excepción. La forma jurídica del neoliberalismo. Redea. Derechos en acción, 3 (7). Pp. 441 – 461.
5 Falquet, J. (2017). Pax Neoliberalia. Perspectivas feministas sobre (la reorganización de) la violencia contra las mujeres. Madreselva: Buenos Aires.
6 Agamben, G. (2020). La invención de una epidemia. En VV.AA. Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).
7 Raffaetà, R. (2020). Another Day in Dystopia. Italy in the Time of COVID-19. Medical Anthropology, DOI: 10.1080/01459740.2020.1746300.
8 Red Chilena de Antropología de la Salud (2020). Declaración de la Red Chilena de Antropología de la Salud en torno a la situación sanitaria COVID 19 en Chile. Santiago, Chile.
9 Falquet, J. (2020). El golpe de estado del complejo militaro-industrial global. Traduccción de Sharie Neira Ríos e Inés Argueta Perez Coronado. Inédito.
10 Stevani, M. V. Montero, C. (2020). El octubre chileno: voces y luchas feministas. Descentrada, Vol. 4, nº 1, marzo-agosto, e111. Pp. 1-7.
11 Día de la Mujer: Coordinadora 8M cifra en más de 2 millones las asistentes a la marcha y Carabineros en 150 mil. (08 de marzo 2020). CNN Chile. Recuperado de https://www.cnnchile.com/8m/dia-mujer-coordinadora-8m-cifra-asistentes-marcha-carabineros_20200308/
12 Asociación Chilena de Municipalidades entrega balance general de la consulta ciudadana municipal 2019. (17 de diciembre, 2019) Recuperado de: https://achm.cl/asociacion-chilena-de-municipalidades-entrega-balance-general-de-la-consulta-ciudadana-municipal-2019/
13 Collins, C. (2019). La memoria en los tiempos del cólera: Verdad, Justicia, Reparaciones, y Garantías de No Repetición por los crímenes de la dictadura chilena. En VV.AA. Informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile 2019 de UDP. Universidad Diego Portales: Santiago.
14 Quiñimil, D. (2012). Petu Mongenleiñ, Petu Mapuchengen. Todavía estamos vivxs, todavía somos mapuche. Un proceso autoetnográfico para la descolonización feminista de las categorías mujer, mapuche, urbana, a través del aborto. Tesis para optar al título de máster Erasmus Mundus en Estudios de las Mujeres y de Género. Granada, España.
15 Mesa Social de Salud (2018). Elementos para la construcción de una nueva salud para Chile. https://derechosalud.cl/index.php/declaracion-mesa-social (Consultado el 18 de diciembre de 2019).
16 Coordinadora 8M (2020). Documento Síntesis Salud y Buen Vivir 12 Enero. Santiago, Chile.
17 Prácticas como la entrega de alimentos, asistencia de primeros auxilios, como el caso de Violette González que fue agredida brutalmente por carabineros por estar entregando agua con bicarbonato a los manifestantes. Fuente: https://www.elciudadano.com/especiales/chiledesperto/estamos-en-dictadura-nos-estan-matando-nos-estan-torturando-el-feroz-relato-de-joven-brutalmente-golpeada-por-carabineros/11/26/
18 Roser Fort, directora de Centro Arte Alameda: “En el informe de Bomberos no se descarta la utilización de bombas lacrimógenas en el incendio” (24 de marzo, 2020). Recuperado de: https://www.latercera.com/la-tercera-pm/noticia/roser-fort-directora-de-centro-arte-alameda-en-el-informe-de-bomberos-no-se-descarta-la-utilizacion-de-bombas-lacrimogenas-en-el-incendio/DIR2KI5TXBGJ7HGGCMWELRK5QY/
19 Habla en exclusiva Nicolás Ríos: Las irregularidades en el caso del joven detenido en el cerro Santa Lucía (01 de marzo 2020). Recuperado: https://www.eldesconcierto.cl/2020/03/01/habla-en-exclusiva-nicolas-rios-las-irregularidades-en-el-caso-del-joven-detenido-en-el-cerro-santa-lucia/
20 CIDH (2020). Informe sobre la Misión a Chile. 30 de octubre a 22 de noviembre de 2019. Naciones Unidas, Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos. Santiago, Chile.
21 Elaborado por académicos Ingeniería Mecánica de la Universidad de Chile a solicitud de la Unidad de Trauma Ocular del Hospital Salvador.
22 Hussein, N. Exportar militarismo: cómo las empresas israelíes comercializan la represión en América Latina. (17 de diciembre, 2019). Recuperado de: https://wri-irg.org/es/story/2019/exportar-militarismo-como-las-empresas-israelies-comercializan-la-represion-en-america
23 Quirgas, A. (2019). Perdigones y fragmentos balísticos: una fuente endógena de plomo en el cuerpo humano. Artículo de revisión. Concepción, Chile.
24 Falquet, 2017 op. Cit.
25 Red Chilena de Antropología de la Salud (2020). Declaración de la Red Chilena de Antropología de la Salud en torno a la situación sanitaria COVID 19 en Chile. Santiago, Chile.
26 Foucault, M. (2004). Historia de la sexualidad 1. La voluntad del saber. Buenos Aires: Siglo XXI.
27 Foucault, M. (2005). Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.
28 Preciado, P. B. (2020). Aprendiendo del virus. En VV.AA. Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).
29 Agamben, 2003, op. Cit.
30 Galindo, M. (2020). Desobediencia, por tu culpa voy a sobrevivir. En VV.AA. Sopa de Wuhan. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio).
31 Idem, p. 126
32 Protestas en El Bosque en medio de la cuarentena decretada en 38 comunas de la Región Metropolitana (18 de mayo 2020). Recuperado de: https://www.latercera.com/nacional/noticia/el-bosque-vecinos-se-manifiestan-por-falta-de-alimentos-en-medio-de-la-cuarentena-decretada-en-38-comunas-de-la-region-metropolitana/EQFW55Q3Z5HQVJIPY3GQHTLYGI/